Más que nunca es importante denunciar la negligencia, insuficiencia, pero sobre todo la incapacidad del capitalismo para solucionar una contradicción que hoy en día nos ha acercado a un punto de no retorno en materia ambiental.
El debate acerca de la sostenibilidad ambiental del planeta tierra y sus recursos naturales cobra cada vez más relevancia. Más que nunca es importante denunciar la negligencia, insuficiencia, pero sobre todo la incapacidad del capitalismo para solucionar una contradicción que hoy en día nos ha acercado a un punto de no retorno en materia ambiental[1]. Junto a los adelantos técnicos e investigativos que hoy permiten monitorear y predecir con mayor resolución las consecuencias ambientales, es crucial desnudar y entender las causas estructurales de esta debacle, pues solamente así será posible proyectar soluciones ante esta lamentable realidad.
El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en Inglés), ha entregado el resultado del segundo grupo de trabajo titulado Cambio Climático 2022: Impactos, adaptación y vulnerabilidad[2]. Este informe sintetiza un abultado número de investigaciones y hallazgos científicos. Sin embargo, sus interpretaciones, así como sus recomendaciones resultan insuficientes en comparación con la magnitud del problema descrito.
Algo relativamente novedoso, es que se hace un esfuerzo de resumir toda una década de mediciones e investigaciones que empíricamente constatan varias de las predicciones, que en materia de cambio ambiental se habían hecho desde el siglo anterior.
El informe concluye por ejemplo, que durante la década comprendida entre 2010 y 2020, hay un incremento significativo de muertes en África, el Sureste Asiático, América Central y Suramérica al compararlas con el resto de las regiones del mundo. Este incremento comparativo, que es de 15 veces, vincula directamente como causa inequívoca a los efectos del cambio climático, principalmente, inundaciones, sequías y tormentas.
Este trabajo evidencia que alrededor de la mitad de los organismos vivos incluidos en el estudio, están en medio de procesos de migración hacia mayores alturas o hacia latitudes más extremas a causa del calentamiento de sus ecosistemas nativos. En particular sobre la especie humana, se señala que a la fecha, alrededor del 40 % de la población mundial es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático.
Otro de los importantes aportes de este informe es la actualización de las predicciones de diferentes escenarios a futuro. Estos cálculos tienen en cuenta el papel de las tecnologías desarrolladas en las últimas décadas, los reajustes en materia de política climática y ambiental por parte de varios países, así como las nuevas regulaciones por organismos multilaterales y bloques regionales económicos hacia ciertas actividades de la industria altamente contaminantes. Esto es relevante pues todos estos cambios pueden funcionar como fuerzas que contrarrestan la tendencia general del cambio climático.
Sin embargo, el informe es taxativo en concluir que a pesar de todos estos cambios, las predicciones son incluso peores que las hechas anteriormente. En materia de la biodiversidad en riesgo, el informe prevé que en un escenario de aumento de 1.5 °C por encima de la media global, el 15 % de las especies actuales estarían en un altísimo riesgo de extinción, número que se eleva al 29 % en un escenario de incremento de 3 °C. Las estimaciones son aún más críticas al tratarse de centros de biodiversidad[3] (ver Figura), pues los riesgos para las especies que ellos albergan se incrementarían al doble en un escenario de un aumento de 2 °C y de 10 veces más con un aumento de 3 °C.
Actuales centros de biodiversidad terrestres. Modificado de Cazalis et al (2020)[4].
Las estimaciones para la vida humana lejos de ser esperanzadoras son preocupantes. Se espera un aumento significativo de las enfermedades pues los vectores de transmisión como mosquitos, ahora logran colonizar nuevas regiones que se han calentado progresivamente. Las sequías aumentarán y con ellas se estima una reducción de alrededor del 30 % y el 50 % del área cultivada de maíz y fríjol respectivamente en África. Concluye el informe en este particular, que algunas partes del mundo serán inhabitables.
El relato hasta hace unos pocos años era que la especie humana en su conjunto era la responsable del calentamiento global, lo cual diluía un análisis concreto del fenómeno, así como sus causas estructurales. En la última década, y presionados en gran medida por los movimientos sociales, existe un reconocimiento por lo menos enunciativo, de la responsabilidad diferencial de aquellos países ricos que se han beneficiado del calentamiento global pues ello ha significado también el desarrollo de sus industrias y actividades económicas en general.
Si antes se presentaba a toda la sociedad del mundo como una unidad amorfa sobre la cual se distribuía la culpa, el actual planteamiento no es muy distinto. Esto es así porque, por un lado, le permite a la clase responsable, esconderse detrás de los estados nacionales, pero sobre todo porque utiliza la falsa justificación del calentamiento global cómo un mal necesario para el avance y desarrollo de la humanidad.
Esta idea se basa en el supuesto de que el progreso de la humanidad funciona como una especie de faro guía o compás que dirige la producción en su conjunto, así ella tenga marginalidades, como el cambio climático, que puedan ser negativas. Sin embargo, y muy por el contrario, no es el progreso general, sino la necesidad individual de ganancia la que dicta los volúmenes y tipos de producción en este mundo capitalista.
Pensemos en la agricultura, sector que, por un lado, es esencial para el sostenimiento de los seres humanos, pero también uno de los principales contribuyentes del calentamiento global[5]. Las estimaciones de pérdidas debido a la sobreproducción de alimentos rondan el 30 %[6]. Esto sucede porque la lógica general del mercado de alimentos, así como la lógica general del mercado capitalista, no es la de producir “alimentos” en el sentido de un bien que cumple la función social de alimentar, sino que es la producción de una mercancía genérica, que sin importar si es pera, manzana o trigo, se produce en espera una ganancia para el capitalista inversor.